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Días no Imperio III o Geneve

una serie de Xavier Dapena [ver las crónicas anteriores]

“…de todas las ciudades del planeta, de las diversas e íntimas patrias que un hombre va buscando y mereciendo en el decurso de los viajes, Ginebra me parece la más propicia a la felicidad”

Jorge Luis Borges, Atlas

“La verdad es mujer”

Nietzsche

A ti, por todas las mañanas.

“Come zorra” y su rostro contra el espejo. “¿No tienes hambre?” y ella se saca sus braguitas. Y se las mete a él en la boca. Y él pronuncia un “gracias” completamente ininteligible.

“La verdad es mujer” me cuestiono. Resaca y me tomo un par de pastillas de ibuprofeno. Siempre estoy acabando de escribir algo. Que si Borges o Archimboldi. Notas. Más notas para mi artículo sobre el escritor argentino y el anarquismo. La noche pasada reverberaba en mi cabeza, como un primer borrador, y también los abrazos de Carlitos van der Linde mientras articulaba mi característico repudio contra el enfoque argumentativo y él me refutaba fácilmente, como un hijo casual de la cópula o del tiempo. Leo un ejercicio de revisionismo histórico. Es un artículo titulado «Borges y la libertad» editado por el panfleto Cuaderno de Pensamiento Político de la FAES (el think tank de la derecha española) y decido para oxigenarme la cabeza ir a la compra.

Él, porque no había duda de su apetencia, decide iniciar la noche en el Twin Peaks, un restaurante deportivo de Broomfield con muchas pantallas de deportes indistintos, hamburguesas, patatas fritas y cerveza con la particularidad de que el sostén de las meseras es simplemente un pañuelo. “Y esos ojos lánguidos…” dice. “Pero ¿quién se fija en su ojos?” dice Antonio. Somos media docena de peninsulares, en el peor de los casos catalanes e ingenieros, auténtica plaga. Joan habla de ella, de Geneve con un lenguaje mítico, siempre proclive a la hipérbole y al desencanto. De sus pechos torneados, de sus caderas de estrépito, y de ese movimiento pélvico que le parece insaciable. “Es absolutamente preciosa” dice. Tengo una premonición. “Nos tocó la Plana” dice Antonio, mirando con resignación a nuestra camarera y ante el asentimiento general. “Es una salida de machos, así que nada de churris”, dijo Joan. Las horas de la noche seguían un curso previamente trazado. Él, porque su deseo desbordaba sus pantalones, había prohibido las parejas. La familia mexicana de nuestro lado se escandaliza más bien a ratos, a pesar de la sonrisa cómplice del padre. Nos hacemos fotos con las camareras como si fuera un ritual. Joan se arrodilla en la entrada y grita “Hoy es noche de striptease, perras”.

Ella siempre era así aunque sin bragas sea ilegal. “Come zorra” y volvía de la compra con la visible apatía de un domingo de tarde. Aquí no cierran nunca porque el capitalismo tardío tiene horario ininterrumpido. Llego a la altura del edificio de cuatro plantas donde está mi apartamento. Al doblar la esquina me sorprende una mujer muy pálida, cargada de trastos. “¿No tienes hambre?” y me pregunta si le puedo ayudar. Obviamente respondo que sí. El espejo se hace añicos. Un fuerte olor a alcohol me golpea y me pide permiso para esperar un taxi en mi casa. Su rostro contra el espejo. Ella cargaba con un amasijo de bolsas de viaje y de plástico. Le ayudo, aunque dejamos otras tantas frente al edificio. Caminamos y se queda con mi compañera de piso. Yo vuelvo a por el resto de cosas. Entron en el piso y alcanzo a entender que acaba de escapar del motel donde vivía con su tercer marido. “Es epiléptico y acaba de salir de la cárcel. Lo conocí cuando me echaron, yo estudiaba, encanto, biología, ¿sabes?”.

“Es ella” dice. Vamos al Bustop, nuestro primer strip club de la noche. “¿Eres amigo de Mike?”, nos pregunta un portero que arrastra su acento de Carolina del Norte, y Joan asevera “no”. “Pues entonces son siete pavos” dice. Estamos en el interior, vemos los espejos y un ambiente enrarecido. Es, comenta alguno, como un puticlub en España. “Este antro no los merece” dice Joan ante el visible enfado de nuestro interlocutor. Mientras nos dirigimos al aparcamiento, vemos cómo una patrulla proyecta una luz incansable y los oficiales toman notas de todas las matrículas cercanas. Nos apresuramos a nuestros coches. Nos dirigimos a Boulder y la patrulla comienza a seguirnos.

Mira fijamente el vaso de agua. Habla de un muchacho de veinte años que era su vecino y “me hizo sentir como una princesa” confesando su infidelidad. “Le puse los cuernos porque necesitaba que alguien me tratara bien”. Nos confiesa que tiene 30 años, pero aparenta demasiados. Se mueve con dificultad. Nos habla de su madre. Nos habla de su hijo. Nos cuenta que está en una casa de acogida, nos cuenta que perdió la custodia por sus problemas con la bebida. “Lucky Luke Junior”, nos dice, “así se llama mi hijo”. Rompe a llorar.

Aparcamos los coches cerca del Nitro Club y la patrulla desiste. Sacamos nuestros IDs que un par de tipos inspeccionan. Evidentemente no puedes tener menos de 21 para entrar, ni para consumir alcohol en este país, pero puedes trabajar de camarera o ser striper. Joan y Carlos juegan a ponerse un dólar delante, a modo de reclamo. La transacción consiste en que si quieres que te bailen encima debes poner alguna cantidad de dinero que ella recogerá y te dedicará unos segundos o un minuto de su baile. Hay parejas. Grupos. Joan sigue hablando de Geneve, de su blancura. Hay grupos de mujeres y obviamente estudiantes. Siento un escalofrío. No quiero encontrarme con nadie. “Tíos no habéis visto cosa igual. Fijo que resplandece en la oscuridad” dice. La danza. La danza continuaba. No recuerdo el nombre. Carlos pone tres dólares en el último momento delante de Joan. Ella, que luce exótica, los recoje y empieza a bailar, a rozarse. “Sin bragas es ilegal”, me dicen. Le pasa las tetas por su cara sorprendida. Él sonríe de forma nerviosa y por un instante piensa en su mujer. Es una convención, él no puede tocar. Y le envuelve musicalmente el cuello con sus piernas y comienza a golpearle con su sexo en la cara. “Menudo coñazo” dice Antonio entre risas.

Sabela, mi compañera, le sirve agua de nuevo. “Mi madre perdió las piernas por culpa de la heroína” nos cuenta entre sollozos. “Esta es una foto de mi padre con su hijo Osiris Love, que es adoptado y negro, y mi hijo” mientras nos enseña un puñado de fotos. Nos cuenta de nuevo que su marido es epiléptico y que le salvó la vida un par de veces, “a ese cerdo me hubiera gustado verlo morir, pero yo no soy como él”. Se tranquiliza. Va al baño. Vuelve sin el rímel en las mejillas y se disculpa con un “ahora ya no tengo charme, encanto”. “No puedo utilizar la puerta principal, porque él me estará buscando”, nos cuenta. Y llama a su madre. “Dile al puto taxi que venga por la parte de atrás ¿qué dirección es ésta?”. “No, no mamá. Estoy con una pareja muy amable de españoles. Claro mamá, estamos en América, ellos hablan inglés. Españoles de España”.

Las voces y las manos que se arman. “Yo no me llamo Juan, me llamo Joan”. “Joder, macho, tienes la independencia a flor de piel”. Discuten. Los amenazantes cuerpos de seguridad se acercan hasta que la música cambia y Joan dice “Es Ella”. Y ella entra. La absoluta palidez. Geneve. Las luces se atenúan, los gestos se meditan y los espejos se quiebran. Su rostro angelical, de no haber besado, es un recuerdo impreciso. Su mirada gélida, que resiste al olvido, se clava en Joan. Ya nadie más existe para ellos. Sus ojos se ansían, se buscan con deseo exclusivo. “El tiempo es una rémora tan humana” me dice Carlitos. Y ella se detiene. Y nos baila. Le baila.

Y ella quebrada. “Me agarró de los pelos. Y me pasó la cara por todos los cosméticos que tenía sobre la cómoda hasta romper el espejo. Mientras él me gritaba “come zorra, ¿no tienes hambre?”.

Geneve se acerca casi desnuda y le pregunta a Joan si quiere un lap dance, y él le dice que prefiere un privado. “Son 150 dólares, encanto” le dice. Se lo lleva de la mano. Se sienta. Le baila y sigue su movimientos al compás. Su blusa cae. “¿No tienes hambre?” le susurra Geneve al oído y le abraza con sus pechos. Ella se deja tocar. Cuela sus dedos por la costura. Se saca sus braguitas. Y se las mete en la boca. Él pronuncia un “gracias” completamente ininteligible. “Agradécelo con 300 pavos, encanto”.

“Luego fue todo de mal en peor, lo de mi madre, lo de Harry, mi segundo, que se me murió. Me quería tanto”. Llora. Veo su tanga tan poco íntimo que desborda el cuerpo. Se toma un par de pastillas de ibuprofeno y yo también. “Todo cambió cuando tuve al niño. Era striper ¿sabes? y trabajaba para pagarme la carrera. Y era la mejor, encanto. Hasta tenía un espectáculo propio. Pero entonces tuve al niño y luego Mike me echó” nos cuenta con algo de inocencia. “Era absolutamente preciosa” dice. Y el taxi llega. Y habla con el conductor, mientras llenamos el maletero con sus trastos. Le da un abrazo a Sabela y a mí me estrecha la mano. El conductor le suelta un piropo, que no entiendo, y ella muestra una sonrisa de libro abierto. Se va muy lentamente mientras saluda desde la ventanilla. Mi compañera y yo regresamos. Cierro la puerta. Nos miramos y pregunto “¿te dijo su nombre?”. Y ella me responde simplemente “Geneve”.

Xavier Dapena anda perdido en un departamento de Español en el Oeste americano, aunque acostumbra a rezarle a Borges y a Virginia Woolf todas las noches. Procura restringir sus escarceos sexuales a eso que algunos llaman literatura y todos los géneros subyacentes: la televisión, el cine, los cómics, la historia, la filosofía… No tiene teléfono, y suele responder tarde, con una sonrisa y silbando en este “campo de batalla constante”. Días no Imperio es el título de un poemario del poeta, periodista y, en ocasiones, músico Dani Salgado.

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Combray

por Begoña Díez Sanz

Leveime ós beizos unha cullerada de té no que [ ]

Que extensión lle podo pór
ó amor na súa expresión máis carnal,
á beleza dos mapas de bits sobre o meu lombo
arqueada sobre o bucolismo do teu clímax máis sonoro.

Cada baldosa da túa cociña
tiña algo de ilusorio
[fantasía arquitectónica de corpos espidos enriba da mesa]

todo era sumerxible dende a óptica da escuma
fíxenme explícita en corpo e implícita en funcións
con toda esa cosmogonía coa que me penetrabas:
sen ás, nin escudos, nin mazás (…)
e aínda así, fomos arquetipos.

Se Proust nos vise foder
sería a túa lingua a que tivese perdurado
coma paradigma da memoria.

Un pracer delicioso invadiume, illoume, sen noción do que o orixinaba [ ]

Begoña Díez Sanz (Universidade de Santiago de Compostela) é Licenciada en Filoloxía Hispánica con un mestrado en Estudios Teóricos e Comparados da Literatura e da Cultura e outro en Ensino do Español como Lingua Estranxeira. Desde 2011 participa en diversos congresos internacionais relacionados coa literatura e a teoría literaria. É autora de varios artigos sobre microrrelato e teatro breve, e do poemario Camarada: Eu só quería facer algo bonito, publicado por Follas Novas Edicións en 2014. | Camarada: Eu só quería facer algo bonito en Facebook

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Calendario

por Laura Cesarco Eglin

Mientras todavía sea julio estoy
a salvo de salir corriendo y seguir
hasta no tenerle más miedo a estos
meses que antes pintaban acuarelas
que antes hablaban en azulejos mojados
después que los pinté abrí la boca
y entre cada pincelada un molar
prensil

Laura Cesarco Eglin es una poeta y traductora de Uruguay. Es la autora de dos libros de poesía, Llamar al agua por su nombre (Mouthfeel Press, 2010) y Sastrería (Yaugurú, 2011), así como de una plaquette, Tailor Shop: Threads (Finishing Line Press, 2013), con poemas de ella traducidos con Teresa Williams. Sus poemas y traducciones han sido publicados en revistas literarias en EE. UU., Inglaterra, México y Uruguay. Sus poemas también son parte de la sección de «Mujeres Uruguayas» de Palabras Errantes, Plusamérica. Su poesía y traducciones han sido nominadas dos veces al premio Pushcart.

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Pregunta

por Laura Cesarco Eglin

I

No recuerdo quién

era el día

que me preguntaron
quién soy

II

cuando tu piel
se junta con tu olor y tu voz
¿quién sos?

en estos fragmentos no sos más que yo
pensando en vos

Laura Cesarco Eglin es una poeta y traductora de Uruguay. Es la autora de dos libros de poesía, Llamar al agua por su nombre (Mouthfeel Press, 2010) y Sastrería (Yaugurú, 2011), así como de una plaquette, Tailor Shop: Threads (Finishing Line Press, 2013), con poemas de ella traducidos con Teresa Williams. Sus poemas y traducciones han sido publicados en revistas literarias en EE. UU., Inglaterra, México y Uruguay. Sus poemas también son parte de la sección de «Mujeres Uruguayas» de Palabras Errantes, Plusamérica. Su poesía y traducciones han sido nominadas dos veces al premio Pushcart.

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Poema

por Jacobo Llamas

A friaxe incinerante do río
flue intimamente
a través de ti e de min
durante as consacratio.
Nada o mar,
non é posible armar a paz,
os cónclave non cauterizan as feridas,

os mortos xerminan aos meus pés.

Non comprenden,
non se trata de aniquilar,
senón de refundar,
de que non haxa máis cadáveres,
porque a súa incomprensión
non se combate con máis tropas,
porque os poboados máis desprotexidos
tamén se saben defender.
Mañá agarda unha nova viaxe
e ninguén saberá de onde virei dando pasos
para recrutar máis guerreiros.
Cando remate o día
a terra entre nós será a mesma,
ou máis árida,
a escuridade
non me deixará máis preto dos teus brazos.

No pasado eu ulía a ti
e todos os perfumes
agromaban sobre os areais.
Aquelas noites durmía abrazando pingas do teu corpo,
buscaba consolo nos rétores,
porque o teu lugar
aínda podería ser o meu lugar
e os sentidos das miñas concas non estaban tan ocos.
Logo fomos afastando as dedas,
deixando de apalparnos
dende os orificios máis profundos,
e xa non foi preciso decidir o nome de máis fillos
nin dirimir nada con palabras.
Aprendín a non preguntar polas derrotas,
polo que non se debatía no senado,
polos verdugos,

polos corpos que cambiaban de cor baixo o mar.

Neste intre camiño co bafo ferido
e non son máis ca carne,
albisco rostros coñecidos,
mergullados,
que non me recoñecen:
o seu sangue corre polas fontes,
polos mananciais,
limpa as nosas mans:

—Que sinten os que son como eles?

E nós, pai,

qué sentimos nós?

Jacobo Llamas (Lugo, 1980). Declárase romano e culpable. Entre os seus deméritos menores cóntanse o de seren case doutor en filoloxía, e licenciado en xornalismo e filoloxía; entre os maiores, o de considerárense traidor, pero honesto. Os seus versos están espallados en obras como Terragrafías (2009), nas revistas Xistral (2013), Dorna (2010-2011) e Evohé (2004); en arquivos OpenOffice (1998-2014) e nove libretas (1996-actualidade).

Segue convencido de que nunca será poeta e, como tantos, anda á procura de traballo.

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en el metro

por Diego Mariño Sánchez

Liberado de todo eso (ya sabes), abierto a la fuerza por una
ventana en mi frente, sin nada a lo que agarrarme, cogido por
sorpresa por un viento borracho, sacado como una fotografía,
me siento tres minutos contados al borde de los raíles.

Monedas. Resaca marina. Tacones. Murmullos acentuados.
Pitidos.

La banda sonora es la de otras veces, pero faltan las imágenes.
Se han perdido como astronautas. Como astronautas. Las
estaciones despiden a oscuras a los viajeros, que pasan
perforando el negro con sus entrecejos erectos. Nuevos
túneles se hacen presentes, y nos deslizamos como deseos
por sus curvas. Las fotos, a penas iluminadas, forman paredes
que, según ciertos teóricos, podríamos atravesar. Al mirarlas
se revelan otras tras ellas, nuevas, seductoras como flashes
que nos ciegan y nos abren los ojos.

En el último piso, al fondo de todo, se apiña un abigarrado
ganado que pisotea la mirada, despedazándola en perfiles
de mejilla ardiente, venas de muñeca hinchada, uña reluciente
o sucia, pelo, pelo, piel, granos, grasa. Y la banda sonora que
vuelve…

el crujido irregular y escalonado de las hojas de periódico, el
bramar del metro –animal suelto en la oscuridad salvaje–, el
murmullo gangoso de las conversaciones, la percusión de los
baches.

Ya no tengo instrumentos para confirmar dónde me
encuentro o para recordar. El calor del interior, apenas
turbado por una brisa estacional y cronometrada, sumerge
los vagones del día en una olla soporífera. Brotes de memoria
emergen como burbujas turgentes, que estallan al momento y
apenas dejan una alusión indirecta a colonia barata en el
ambiente.

Todas tus emociones juntas no valen más que este instante
único (la brisa). Tu colección de banderas imperiales
cubiertas artificialmente de polvo tampoco. No lo pienses
más, todo esto se acabará pronto (ya sabes).

Diego Mariño Sánchez (Melide, 1979), doctor en Historia por la Universidad de Santiago (2007) con la tesis Historiografía de Dioniso, publicada por la USC. En proceso de publicación de la obra Injertando a Dioniso (edit. Akal). Co-autor de la película Diegos Gedichte (Os poemas de Diego), presentada en el CGAI en Octubre del 2007. Autor de los poemarios inéditos: pausas, depresión y poemas de los 30 años. Actualmente profesor de Historia en el Colegio Obradoiro (A Coruña) y guía oficial de turismo de Galicia.

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Tributo de la sombra (VIII)

por Gustavo Lespada (texto) y Pablo Schröder (fotografía)

El poeta Gustavo Lespada y el fotógrafo Pablo Schröder nos ofrecen un avance del proyecto en el que trabajan de modo paralelo, Tributo de la sombra. Los poemas de Lespada se acaban de publicar en un volumen coeditado por Paradiso (Argentina) y Rebeca Linke (Uruguay). | Ver otras entradas de Tributo de la sombra

el equilibrista

Seré el equilibrista del trayecto que media entre tus ojos. Pendiente de tu copa, por no espantar las torcazas dormidas en tu pecho, esperaré a que bebas para servirte el vino, nuevamente. Te hablaré como si pulsara una cuerda de violín, escogiendo las palabras por su volumen y color, cual si eligiera frutas frescas en el mercado. Acecharé los húmedos ladrones de mi aliento moviéndose con sigilo detrás de la frontera de tu boca. No querré ni pensar en las tibias torcazas aunque no deje de sentirlas respirar ni un instante, y miraré hacia otro lado cuando un cruce de piernas relampaguee en el horizonte de tu falda. Tal vez hasta te ofrezca una frase ingeniosa como si fuera un tierno bocadillo y, si cometo una torpeza, será un error que se disculpará por sí solo. Haré que el tiempo se bifurque en sentidos paralelos: el literal, que miente, disfraza la verdad del figurado. Puliré cada instante con paciencia de orfebre y te enseñaré una luna de leche sobre el río, casi tan redonda como las torcazas que simulan dormir al alcance de la mano. Y acorde tras acorde y cesura a cesura y dedo sobre dedo, cuando hayamos quedado definitivamente solos en el mundo y cada hoja tenga su rocío y la sed moje tus labios, entonces, sólo entonces, he de llevarte hasta tu ser más hondo. Y firme en el timón, aún allí, cuidaré de tu ritmo prenda a prenda.

"El equilibrista" por Pablo Schröder

Gustavo Lespada, doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), es autor de Carencia y Literatura. El procedimiento narrativo de Felisberto Hernández (ensayo, 2013, en imprenta); Las palabras y lo inefable (ensayo, 2012); Naufragio, (poesía, 2005), Esa promiscua escritura, (ensayo, 2002), e Hilo de Ariadna, (poesía, 1999), además de antologías y numerosas publicaciones en revistas especializadas. Obtuvo el Premio Juan Rulfo 2003 y un premio de la Academia Nacional de Letras del Uruguay en 1997, entre otras distinciones.

Pablo Schröder es egresado en Fotografía Profesional por «La Nueva Escuela» de Buenos Aires (2007), ha estudiado Fotoperiodismo en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (2008-2009) y Dirección de Fotografía en el S.I.C.A. (2010-2011). Ha recibido el 5º premio en el IX concurso «Gente de mi ciudad» del Banco Ciudad de Buenos Aires (2008) y una mención en el concurso de FEI «Los niños en su ambiente» (2012). Ha participado en la muestra Hotel de Inmigrantes en Santa Fe y en el propio Museo Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires en 2010. En 2012 presentó su muestra individual Cicatrices en el Centro de Lectura y Transmisión Ciudad de Buenos Aires.

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las canciones que nos desconciertan

por Diego Mariño Sánchez

a Fernando Vales

¿Por dónde se va al centro? Dudas tirantes
agarran por las extremidades al X. Mi
conciencia se dilata y de pronto es pequeña
como un piojo ¿Qué sentido tiene todo esto?
Te pido por dios que me des un beso. La soledad
me ha convertido en un desierto. Vacío, sin
contenido, asciendo como el calor –vibrante– para
volver –húmedo– a precipitarme sobre la arena
ardiente. Tumba y cielo. Cielo y tumba. Tumbas
de mis XX . Tumbas bautismales para mis
glóbulos oculares tejidos en púrpura y oro. Tumbas
ovaladas para mis pensamientos. Ruinas
y edificios de nueva planta. Mi cuerpo plagado de
bancos!? Plantaciones eléctricas!? Sigo preguntando
por el centro, pero no hay ningún nativo por aquí,
a causa de la X. Sigo sin entenderlo, me siento
como un X al que generaciones de
pájaros devoran lentamente, un cachito cada nueva
primavera (¡amapolas! ¡las praderas!). Debí
eludir la cuestión tirando hacia algún barrio en la
periferia, en la zona 4 (o incluso en la 5). Pero es que me
duele en serio (¿¡cuánto falta!?). Las calles se han
convertido en cacas alargadas, tengo los ojos pringados
y tú también. Y los dos brazos, marcados como un yonqui.
Pásame la chisma esa. Jolifántame. Aforúncame.
Reconténteme. Larúlame. Atruípame. Terjúndiame.
Pintrúlcame. Cagadas como dédalos entre tus piernas,
rubia. Dame mi dosis de X por hoy. Súbete.
Atravesemos juntos los barrios de la perdición, armados
tan sólo de imaginación y del número de un tal
“Rambo” (today available). Sigamos moviéndonos
hacia las extremidades del X. Bajando
los 196 escalones en espiral. Dejando que los andenes
se nos abran como heridas de mortero en nuestras paredes
color carne. Mortero de la última guerra mundial (la septuagésimonovena) esculpiendo el paisaje de nuestras emociones ¿¡Qué va a ser de X!?
¿¡Qué va a ser de X!?

Diego Mariño Sánchez (Melide, 1979), doctor en Historia por la Universidad de Santiago (2007) con la tesis Historiografía de Dioniso, publicada por la USC. En proceso de publicación de la obra Injertando a Dioniso (edit. Akal). Co-autor de la película Diegos Gedichte (Os poemas de Diego), presentada en el CGAI en Octubre del 2007. Autor de los poemarios inéditos: pausas, depresión y poemas de los 30 años. Actualmente profesor de Historia en el Colegio Obradoiro (A Coruña) y guía oficial de turismo de Galicia.

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Tributo de la sombra (VII)

por Gustavo Lespada (texto) y Pablo Schröder (fotografía)

El poeta Gustavo Lespada y el fotógrafo Pablo Schröder nos ofrecen un avance del proyecto en el que trabajan de modo paralelo, Tributo de la sombra. Los poemas de Lespada se acaban de publicar en un volumen coeditado por Paradiso (Argentina) y Rebeca Linke (Uruguay). | Ver otras entradas de Tributo de la sombra

el ojo y la boca

El ojo abre su asombro a la mirada otra que lo atraviesa cual si fuera alfiler que a mariposa escribiera sujeta en su aleteo, sus sedosos susurros, sus alas prisioneras. Quieres comerte el mundo sin el beso en la boca. La boca sin la boca. Libre por un instante de ataduras labiales, ese agujero negro cuando el amor es húmedo y empuja, y el aliento se arquea, suspendido. Desmesurado el ojo como para no ver, como para sentir acaso con los ojos, como para tocar el cielo que se viene. Desbocada la boca ya se ríe o se duele cuando empuja o se detiene en vilo sobre el venoso borde del abismo, marañas de penumbras invadidas y un espanto de pájaros despluma sus sabores almendrados, sus salitres más hondos: que todo sea la boca, la cueva, todo el ojo azorado hasta que caiga y caigan, se despeñen, cuando empuja y empuja

"El ojo y la boca" por Pablo Schröder

Gustavo Lespada, doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA), es autor de Carencia y Literatura. El procedimiento narrativo de Felisberto Hernández (ensayo, 2013, en imprenta); Las palabras y lo inefable (ensayo, 2012); Naufragio, (poesía, 2005), Esa promiscua escritura, (ensayo, 2002), e Hilo de Ariadna, (poesía, 1999), además de antologías y numerosas publicaciones en revistas especializadas. Obtuvo el Premio Juan Rulfo 2003 y un premio de la Academia Nacional de Letras del Uruguay en 1997, entre otras distinciones.

Pablo Schröder es egresado en Fotografía Profesional por «La Nueva Escuela» de Buenos Aires (2007), ha estudiado Fotoperiodismo en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (2008-2009) y Dirección de Fotografía en el S.I.C.A. (2010-2011). Ha recibido el 5º premio en el IX concurso «Gente de mi ciudad» del Banco Ciudad de Buenos Aires (2008) y una mención en el concurso de FEI «Los niños en su ambiente» (2012). Ha participado en la muestra Hotel de Inmigrantes en Santa Fe y en el propio Museo Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires en 2010. En 2012 presentó su muestra individual Cicatrices en el Centro de Lectura y Transmisión Ciudad de Buenos Aires.

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publicación

por Diego Mariño Sánchez

a A.

Él se ha acostado
sobre mi cama, se
ha quitado –ayudándose
del dedo gordo
del otro pie– el
calcetín de rombos rojos
que le restaba,
se ha restregado
la espalda
contra el colchón
buscando la postura
y se ha tirado un pedo.

Diego Mariño Sánchez (Melide, 1979), doctor en Historia por la Universidad de Santiago (2007) con la tesis Historiografía de Dioniso, publicada por la USC. En proceso de publicación de la obra Injertando a Dioniso (edit. Akal). Co-autor de la película Diegos Gedichte (Os poemas de Diego), presentada en el CGAI en Octubre del 2007. Autor de los poemarios inéditos: pausas, depresión y poemas de los 30 años. Actualmente profesor de Historia en el Colegio Obradoiro (A Coruña) y guía oficial de turismo de Galicia.

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